Combatir el bullying, asignatura pendiente

30/01/2024

Combatir el bullying en las aulas se ha convertido, en las últimas décadas, en una tarea ardua y de resultados lentos. Siendo cierto que, desde que por fin se nombró y señaló el acoso escolar que ahora conocemos con este anglicismo, ha sido más fácil identificarlo y tratar de pararlo, también debemos ser conscientes de que el bullying se ha hecho hueco en nuestras escuelas y ha estropeado, en muchos casos, la niñez y el crecimiento de muchos de nuestros hijos e hijas.

Las consecuencias varían desde notas bajas, imposibilidad para concentrarse y absentismo escolar por miedo, a estrés, crisis y desarrollo de un trastorno de ansiedad generalizado e, incluso, en muchos casos, las víctimas han llegado a plantearse el suicidio o a cometerlo.

“Según la UNESCO, los estudiantes que son frecuentemente acosados por sus compañeros son tres veces más susceptibles de sentir soledad, tristeza, incapacidad para dormir y de, posteriormente, abandonar sus estudios acabada la secundaria.”

Investigaciones recientes de la UNESCO dicen que uno de cada tres niños está sufriendo bullying en este mismo momento. Hoy por hoy es la forma de violencia más prevalente en los colegios. Uno de cada diez estudiantes ha admitido haber sido víctima del cyberbulling y durante la pandemia del COVID-19, con tantos jóvenes pasando las horas de cuarentena en internet, este tipo de acoso cibernético aumentó hasta puntos preocupantes.

Para combatir el acoso, entidades como UNESCO Y WABF crearon un grupo de trabajo para ampliar la definición del acoso. Con esta extensión, se plantea ser más inclusivos y abrir un debate sobre el origen y respuestas del bullying. Se intentará poner fin a todas las formas de hostigamiento en grupos más vulnerables ya sea por su etnia, sexualidad, físico etc.

La UNESCO deja claro en numerosos artículos sobre este mismo tema que el bullying no responde a un arquetipo específico de víctimas pero que, los que son más hostigados por los abusadores, son personas que se encuentran en el espectro autista, niños con síndrome de Down y alumnos con alguna diferencia física o sobrepeso.

También se ha demostrado que el acoso escolar es igual en materia de género. El 36% de los alumnos han admitido haber estado involucrados en riñas y peleas en las aulas, independientemente de si la víctima era masculina o femenina. Sin embargo, en los chicos prevalece la violencia física y el insulto continuado y las estadísticas mundiales denotan que dos de cada cuatro chicas ya han sufrido violencia sexual y humillaciones misóginas antes de los 24 años.

Un medio para frenar este tipo de actos puede ser la concienciación mediante actividades en el aula. Muchos centros están optando por lecturas que aborden el tema y así crear un diálogo en el principal foco del acoso, las aulas. Una gran innovación ha sido crear con realidad virtual la “Asignatura Empatía”, desarrollada por el Ministerio de Educación y Samsung. Este proyecto te hace experimentar la historia de un estudiante que ha sufrido bullying. El resultado ha sido que el 19% de los estudiantes se han sentido identificados con el protagonista y que el 10% ha podido ampliar su conocimiento sobre qué es el acoso.

Importante para detectar el bullying es, además, estar atentos a la comunicación no verbal. A medida que los docentes pasan tiempo con sus alumnos, empiezan a conocer el carácter de sus estudiantes y su forma de comunicación. Estar pendientes a un cambio significativo en su comunicación es clave para detectar el acoso en las aulas. Asimismo, para erradicar el acoso es necesaria no sólo la cooperación de los docentes, sino crear una red estable en los colegios donde los alumnos puedan estar respaldados y tengan un lugar seguro contra este comportamiento.

Algunas de las que las medidas que se han propuesto de forma mundial han sido:

  • La promoción, sobre todo estableciendo en todos los colegios e institutos el Día Internacional contra la Violencia y el Acoso en la Escuela, incluido el cyberbullying, que se celebra el primer jueves de noviembre.
  • El trabajo técnico y programático por parte de orientadores y charlas a los educandos para que sepan diferenciar claramente entre una riña esporádica y un abuso continuado y cómo actuar ante una situación así.
  • Seguimiento y evaluación por parte de los educadores y tutores.
  • Apoyo a los profesores para que puedan localizar de forma eficiente el acoso en sus aulas y entre sus alumnos y que reciban instrucciones y formación para abordar la situación.

Redacción: Anaís Cabello – Marta Gómez